sábado, 21 de mayo de 2011

jueves, 19 de mayo de 2011



La Sra Graciela Bonatti, instructura canina, me presto estos párrafos, que espero disfruten.



El rescate


Domesticar al perro significó para el hombre a lo largo de su historia en esta tierra contar con un compañero, colaborador, amigo y guardián de su territorio.
Destinándolo en principio a la caza y recolección, sin olvidar que el contacto se inicia cuando perros salvajes y lobos (y mezcla de ambos) “limpiaban” los lugares poblados de los deshechos.
Más tarde llega la figura del perro a ocupar otros lugares y desempeñar otras tareas.
Muy nobles por cierto.
Guardia, rescate, búsqueda, desempeño en fuerzas militares y de seguridad, asistencia, siguiendo también con la compañía.
Hasta aquí un vínculo ideal de amistad y colaboración.
Fue el tiempo transcurriendo, se perdieron lamentablemente algunas razas, otras se perfeccionaron, surgieron nuevas.
Los deseos del hombre (no siempre nobles), modificaron estándares y carácter.
En todos los lugares del mundo se comercializa y se lleva a las pistas ejemplares en busca de trofeos (mas para el dueño que para el perro).
A la “domesticación” se añade la URBANIZACIÓN , condición que altera totalmente la conducta natural del individuo a la de aquel que vive en zonas donde aún corre libre por los campos.
Es indudable la capacidad de adaptarse y la elasticidad que posee la especie para sortear situaciones difíciles y continuar.
Toda vez que recurren al instructor para “educar” al can, preso en un departamento, acompañando a su soledad porque el dueño nunca está, siento que se acude“AL RESCATE” de un animal que perdió su condición natural, su esencia.
Ya no entierra su hueso, (se roba las herramientas del dueño o los juguetes de sus niños); no frota su lomo en el pasto, (rompe la alfombra del living); no aulla, (le enseñaron a controlar sus expresiones); no corre delante guiando a su jauría como buen alfa, protector de la misma, (le enseñaron a caminar “junto”) y el nuevo líder de la manada lo castiga muchas veces en situaciones donde debiera premiarlo y a la inversa.
Que un perro nos obedezca pasa más por nuestra capacidad de convivir con él que por sus cualidades; sin olvidar su orígen.
Es verdad que un individuo es cincuenta por ciento genética y otro cincuenta por ciento entorno y educación.
Estos dos últimos se los imponemos nosotros. Vaya si hay responsabilidad!!!!
Sería noble, muy noble, hacer que la especie continuara desempeñando tareas que realizaba hace años y años, aprendidas a través de sus instintos naturales y no por condicionamiento.
Verlos trotar al viento, libres, detrás de una majada, tal vez, o cazando alguna otra especie, que cruzando una avenida atentos al semáforo y esperando luego el ascensor.
Estoy segura que aunque sigamos “ayudando” a este amigo, muchos instructores después de años de estar cerca de ellos desean el fondo lo mismo.
Mientras tanto, aquí y ahora, seguimos “al rescate”…….haciendo que el dueño “ESCUCHE” cuan importante es tener presente la naturaleza de su animal.