sábado, 14 de enero de 2012

Por José de Toledo

Chelonoidis elephantopus

Chelonoidis elephantopus

Siempre es una buena noticia encontrar evidencias de que aún quedan ejemplares de especies que se creían extintas, y mucho más cuando el culpable de dicha extinción es casi con toda seguridad el ser humano. Éste es el caso de Chelonoidis elephantopus, una especie de tortuga gigante que parece ser que aún habita las islas Galápagos. Éste caso tiene un significado especial para los biólogos, ya que se trata de una especie estudiada por el mismísimo Charles Darwin.Ésta especie se consideraba extinta hasta este mismo Enero. Hace 150 años que no se veía ninguno de estos grandes quelonios, y no es porque no se hubiesen buscado, al principio para seguir cazándolas y comiendo su carne, y en tiempos más modernos para tratar de conservar la especie. Ningún nuevo ejemplar ha sido encontrado en todo este tiempo.

Los investigadores aún no han encontrado ningún ejemplar, pero sí un hecho que demuestra que la especie sigue existiendo. Al estudiar el genoma de otra especie muy cercana de tortuga gigante, Chelonoides becki, han encontrado un gran número de híbridos entre las dos especies. Lo que quiere decir que al menos uno de sus padres pertenece a la especie que se consideraba extinta. Como alguno de los híbridos tiene en torno a 15 años y estas tortugas pueden superar la edad de un siglo, con casi completa seguridad tienen que seguir vivos.

Un hecho que demuestra que la especie sigue existiendo

Un hecho que demuestra que la especie sigue existiendo

Chelonoidis elephantopus.

Desde hace tiempo, un grupo de expertos en estos animales, había detectado un cambio curioso en la forma de la concha de las tortugas de la especie C. becki. De hecho, presentaba una forma intermedia entre la de las dos especies. Decidieron estudiar el genoma de estos animales, y tomaron muestras suficientes para determinar si había algún cambio. La sorpresa surgió cuando analizaron los resultados, que mostraban partes del genoma de la especie desaparecida. Al realizar estudios complementarios, se dieron cuenta que al menos 84 de los animales estudiados tenían un padre de cada especie.

Lo que todavía no han podido determinar es cómo llegaron a encontrarse ambos animales. La especie presuntamente extinta es nativa de la isla Floreana, que se encuentra a 200 kilómetros de la isla en que se tomaron las muestras, la isla de Isabela. Se trata de una distancia demasiado grande para ser superada de manera natural por estos organismos.

Tal como explican los investigadores, no se trata únicamente de un ejercicio académico. Gracias a este estudio, se tiene la certeza de que aún existen ejemplares de esta especie, y ya se sabe dónde buscarlos. Cuando se consiga encontrarlos, se pondrá en marchar un programa de captura y reintroducción de la especie en su isla nativa.

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